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Le ha llegado el turno a los héroes

Stallone y Schwarzenegger han cumplido los cincuenta años. Lo cual no es ni más ni menos que sinónimo de que sus días dorados como héroes de acción cinematográficos están contados. Si bien es cierto que un puñado de jóvenes han venido a hacerse con su ambicionado cetro -Jason Patric (Speed 2), Nicolas Cage (Convictos en el aire, Face/Off) y Will Smith (Hombres de negro)-, Hollywood ha deparado este año una sorpresa insólita e impensable en las últimas décadas: la creación de un puñado de heroínas de acción, jóvenes, bellas, resolutivas, aguerridas y más numerosas que nunca.

Atraer al público femenino puede ser la primera cuestión del fenómeno. ¿La razón? La de siempre: el dinero. Un reciente estudio ha arrojado el dato de que son las mujeres de entre 30 y 50 años las que deciden qué película ve la familia en el cine y cuál se alquila o compra para el visionado doméstico. No respetar los gustos cinematográficos femeninos es considerado una tontería y un error de cálculo en toda productora potente que se precie.

Algunas -casos de la pelirroja Julianne Moore y la rubia Alicia Silverstone- han logrado incluso que se haga de ellas unas muñecas. La primera, la de la doctora Sarah Harding, una pionera paleontóloga especializada en los hábitos carnívoros de los dinosaurios y la aventurera protagonista femenina de Parque Jurásico 2. El mundo perdido. Así, las niñas podrán sustituir a Barbie y organizar sus propias aventuras de acción en islas exóticas habitadas por depredadores.

La muñeca, que se vende acompañada de una cámara fotográfica y un estegosauro, le hace la competencia en el mercado a la Batgirl de Batman y Robin, Barbara Wilson, toda ella de negro, con antifaz y la batmoto como complementos.

Las muñecas, acompañadas de su bolso, espejo y cepillo del pelo, parecen haber quedado ancladas en la historia.

Hay quien dice que la inclusión de la Batgirl entre Batman y su compañero Robin se ha calculado para aminorar la sensación de relación homoerótica entre ambos personajes. Pero el director de la película, el neoyorquino Joel Schumacher, en su reciente visita a Madrid arguyó que: «La inclusión de Batgirl se debe a atender a la cultura de nuestro tiempo, que carece de heroínas adolescentes. Y ella facilita al público femenino la imagen de una mujer joven, fuerte, inteligente y tan valiente como los hombres. Y, por lo que al público masculino se refiere, tienen a Alicia Silverstone, ultrasexy en su ceñido traje de goma negro».

Lo cierto es que con la llegada de Batman y Robin y los inminentes Parque Jurásico 2, Speed 2, Volcán y Anaconda parece como si las cosas hubieran comenzado a cambiar. Para muchos, todo sigue igual, tan sólo se ha producido un relevo generacional en el trono masculino del cine de acción.

Para los estudiosos de las tendencias en Hollywood se está produciendo un giro interesante de observar. Hasta una damita tan tranquila como Julia Roberts se ha apuntado a la moda y se ha emparejado con uno de los actuales héroes del género, Mel Gibson, para sumarse a la aventura en La teoría de la conspiración, un thriller que llegará este otoño a las pantallas.

También, hasta los círculos directivos de la Meca del cine han llegado las mujeres. Laura Ziskin, alta ejecutiva de la Fox, declaró a The New York Times: «Esta industria ha sido conducida testosterónicamente durante décadas. Ha llegado la hora de que los estrógenos participen en las decisiones». Toda una declaración de principios a la que se ha apuntado Sherry Lansing, gran jefa de los estudios Paramount.

El desembarco de las heroínas de acción ha llegado, además, para paliar una de las más graves discriminaciones de los últimos tiempos: la desigualdad de sueldos entre hombres y mujeres. Si Sandra Bullock cobró 74 millones de pesetas por Speed, ahora por Speed 2, que se estrena en un par de semanas, ha logrado 1850 millones. Bullock, de nuevo, repite el papel que la consagró: el de Annie Potter, la salvadora de aquel autobús urbano cargado de bombas, quien esta vez deberá redimir el futuro dinamitero del crucero más lujoso del mundo en ruta hacia el Caribe y su propia destrucción.

Los estudiosos del fenómeno aseguran que todo comenzó con la teniente Ripley -especie de Jackie Onassis del espacio exterior- de Alien: el octavo pasajero, interpretada por una Sigourney Weaver de entonces 29 años. La actriz, semidesconocida, cobró 4.400.000 pesetas. Este invierno regresará clonada en la cuarta entrega de la saga (aunque moría en la tercera), por la que ha cobrado 1.628 millones de pesetas, y le pasará el testigo a una actriz tan insólita en el cine de acción como la diminuta Winona Ryder. Más tarde fue otra mujer, la musculada Linda Hamilton, la que tomó el relevo a Weaver en Terminator. En la segunda entrega, la de 1991, la fiereza y arrojo de su Sarah Connor la convirtió en toda una heroína de acción, equiparada con su coprotagonista, Schwarzenegger.

También en 1991 una película no enclavada en el género de aventuras y acción, Thelma y Louise, dejó las bases sentadas de lo que habría de venir. La idea de lo que dos mujeres podían llegar a conseguir si se mantenían unidas provocó una enorme controversia y muchas acusaciones de ser una película anti-hombres.

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